Allá por el siglo IV a. C., Hipócrates decía “que tu alimento sea tu medicamento y tu medicina tu alimento”. En “El Quijote”, se puede leer cómo le decía éste a Sancho “come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago”. Y es que problemas o dolencias tan comunes como sobrepeso, molestias digestivas, ansiedad, depresión, migrañas, problemas respiratorios o en la piel pueden ser síntomas de que algo no va bien en nuestro aparato digestivo.
La salud digestiva
La digestión es la principal función de nuestro aparato digestivo. Es un proceso que comienza en la boca, pero la salud digestiva se inicia con los alimentos que empleamos, teniendo en cuenta además a la fibra, el agua y el empleo de probióticos que favorezcan la flora intestinal. Todo ello junto con la actividad física y el control del estrés.
El aparato digestivo es el encargado de procesar y absorber los nutrientes, pero también de eliminar los productos de desecho de lo que ingerimos y de desintoxicar nuestro cuerpo gracias a la función del hígado.
Está formado por el tubo digestivo propiamente dicho y glándulas anexas (salivales, hígado y páncreas).
Debemos ser conscientes también que muchos de los problemas digestivos comienzan en la infancia, y de hecho 1 de cada 4 consultas al pediatra, están relacionadas con problemas digestivos. En la población general, 3 de cada 4 españoles tienen molestias digestivas. Son numerosas las personas que creen que la sensación de pesadez o inflamación después de comer es normal, al igual que el estreñimiento o los gases, pues están habituadas a estas molestias. Un malestar digestivo siempre es síntoma de que algo no está funcionando adecuadamente, no debemos ignorarlo y mucho menos resignarnos a vivir con él. Una gran parte de estos casos, están ocasionados por alimentos poco equilibrados, inadecuados, procesados o contaminados, así como por el uso exagerado de antibióticos u otros medicamentos agresivos para la mucosa del aparato digestivo. Además, el comer de prisa, en horarios irregulares y el estrés han contribuido de forma importante para que los problemas digestivos sean tan frecuentes.
En nuestro aparato digestivo se calcula que conviven unos 100 billones de microorganismos que contribuyen a su buen funcionamiento. Poseemos más bacterias que células. Forman un ecosistema propio que se conoce como microbiota o flora intestinal en el que encontramos bacterias patógenas y beneficiosas que conviven en un perfecto equilibrio y armonía en condiciones normales. Cumplen unas funciones fundamentales, como:
- Potencian al sistema inmunológico: fortalecen las paredes intestinales previniendo que los patógenos y sus toxinas atraviesen las mismas e ingresan al torrente sanguíneo. Promueven un medio ambiente ácido en el cual la mayoría de los patógenos no pueden sobrevivir.
- Compiten con los patógenos por alimento y espacio.
- Favorecen el tránsito intestinal.
- Mejoran la absorción de calcio y hierro.
- Contribuyen a la síntesis de sustancias antimicrobianas.
- Ayudan a la digestión de los alimentos.
- Sintetizan la vitamina K, B12 y otras vitaminas del complejo B.
- También reducen los patógenos y los hongos (Candida) en el tracto urinario y la vagina
Las constantes agresiones a las que sometemos a nuestro aparato digestivo, también pueden provocar un aumento de la permeabilidad intestinal, permitiéndose el paso de sustancias en forma de macromoléculas al torrente sanguíneo, no aprovechables por nuestro organismo, que estimulan al sistema inmunológico, pudiendo aparecer así desde reacciones alérgicas, hasta enfermedades autoinmunes.
Por último, hay que recordar que las investigaciones más recientes consideran al intestino como nuestro "segundo cerebro", porque en él, existe una importante red neuronal y gracias a la microbiota, se secreta el 90% de la serotonina, principal neurotransmisor implicado en muestro estado de ánimo, y sensación de bienestar, cuyo déficit provoca depresión.
Cómo cuidar tu digestión
De todos es conocido como el síndrome de colon irritable, úlcera, reflujo... tienen en común ser trastornos en apariencia digestivos, pero con mucha relación con lo emocional.
Como hemos visto, muchas de las enfermedades y sintomatología que aparecen en nuestro aparato digestivo están influidos por nuestro estilo de vida, por lo que es fundamental seguir una serie de pautas para mantenernos en un óptimo estado de salud:
- Coma despacio, masticando bien los alimentos. Evite ver la televisión mientras come y procure que la hora de las comidas sean de disfrute para usted y toda su familia.
- Consume más fibra. Además de mejorar el tránsito intestinal, disminuye el riesgo de cáncer de colon ya que además, aporta butirato que se convierte en ácido butírico por acción de la flora bacteriana intestinal, molécula que incluso es capaz de hacer desaparecer algunas lesiones precancerosas. Las harinas integrales, fruta, verdura, legumbres, semillas (lino, chía, amapola,…) y el salvado de trigo contienen un alto contenido en fibra. Hay que recordar que un exceso de fibra, especialmente soluble, puede contribuir a generar más gases, por lo que no debemos abusar de las crucíferas (coles, brócoli, etc)
Sin embargo, a veces necesitamos emplear plantas medicinales y suplementos con una acción más específica sobre ciertas dolencias, entre las que destacan:
Aloe Vera: Calmante del tracto digestivo, antiinflamatorio, analgésico y cicatrizante, muy recomendado en úlceras internas. Normaliza el pH gasto-intestinal, reduce la acidez de estómago y favorece el equilibrio de las bacterias.
Brócoli: La glucorafarina presente en mayor cantidad en los brotes de brócoli. Ha demostrado efectividad en la erradicación de la bacteria Helicobacter pylori principal causa de las ulceras de estómago.
Carbonato de magnesio: Laxante con mecanismo de acción osmótico, manteniendo por ese mecanismo agua de los alimentos en el intestino, haciendo que las heces progresen con facilidad sin irritarlo.
Catárticos (sen, frángula, ruibarbo, cáscara sagrada…): Son plantas medicinales útiles en el tratamiento del estreñimiento ocasional, pero no deben emplearse más allá de una semana. El mecanismo por el que actúan es irritando la mucosa intestinal y provocando movimientos peristálticos.
Colagogos y coleréticos (diente de león, menta, cardo mariano,…): Son plantas medicinales que aumentan la formación y eliminación de la bilis, favoreciendo los procesos digestivos
Condurango: Aperitivo, digestivo y antiemético. Apropiado en pesadez de estómago y digestiones lentas. Calma el dolor, los espasmos del estómago y aumenta el apetito
L-glutamina: Aminoácido considerado el principal nutriente del enterocito (célula del intestino).
Melena de león: Hongo medicinal que disminuye la permeabilidad intestinal y ejerce un efecto probiótico.
Prebióticos: Son nutrientes que favorecen el crecimiento de la microbiota intestinal.. Los más importantes son los fructooligosacáridos (FOS), inulina y galactooligosacáridos (GOS).
Probióticos: El conocimiento de los probióticos y sus acciones constituyen una ciencia de la que aún descono- cemos sus posibilidades, dado que es aún muy reciente. Existen numerosos estudios, pero las comparaciones entre ellos, así como los meta análisis, son limitados, porque a menudo usan diferentes combinaciones de cepas bacterianas y por tanto, no se puede definir qué especies y cepas individuales son las más beneficiosas. Además, debemos tener en cuenta que existen personas a las que cuando se les administra probióticos, los retienen, pero otras los eliminan con las heces por lo que puede existir una importante variabilidad de efecto. Ad- ministrados durante la toma de antibióticos no generan apenas efecto, ya que también son destruidos por éste, pero además pueden retrasar la vuelta a la normalidad de las bacterias intestinales.
Uña de gato: Es antiinflamatoria, antiespasmódica, digestiva, antiséptica, vulneraria y cicatrizante siendo útil en gastritis y reflujo.
Regaliz: Antiinflamatorio, antiespasmódico y antiácido. Su inconveniente es que puede aumentar la tensión arterial.
Salicaria: Es sobre todo astringente por lo que se utiliza en casos de diarrea.
Semillas de lino o linaza: Además de omega-3, aporta fibra y mucílagos que favorecen el tránsito intestinal.
Simbióticos: Son combinaciones de probióticos y prebióticos.
Valeriana: Útil en los trastornos funcionales con aumento del tránsito intestinal como el colon irritable.
Anís verde y estrellado: Ambas variedades ejercen un importante efecto carminativo, reduciendo los gases y la inflamación.
Y recuerde lo que decía Manuel Lezaeta, uno de los naturistas clásicos: “el padre de una enfermedad lo desconoceremos, pero la madre es siempre un problema intestinal”.
Fuente : Dr. Joaquín Outón Ruiz Médico Naturista